El ochenta por ciento de los alimentos que ingería pasaban antes por la trituradora. Su madre batía, con leche, lapizza y la hacía viajar hasta su estómago por medio de una sonda. A Dee Dee Blanchard no le importaba llevar a cabo de cualquier plato un puré para su hija. Gypsy Rose no tenía la aptitud intelectual de una pequeña de siete años. Nada de lo que aparecía en su historial médico era real. “Yo creo que Dee Dee realmente deseaba a su hija”, opina Arquette pero matiza que ese amor estaba eclipsado por la patología mental de la madre.
El 14 de junio de 2015 la policía del condado de Greene en Missouri halló en su casa el cuerpo sin vida de Dee Dee Blanchard. Había sido asesinada por su hija, una muchacha que padecía desde pequeñísima diversos síndromes. El síndrome radica en que el cuidador del niño, frecuentemente la madre, inventa síntomas falsos o hace síntomas reales para que parezca que el niño está enfermo. Gypsy había llegado a la veintena de edad —si bien su madre la tratase tal como si todavía tuviera diez— y se comenzaba a atraer por el amor y el sexo. Sin embargo, la prisión donde le tenía doblegada su madre le impedía salir libremente a la calle.
La Madre Que Condenó A Su Hija A Una Silla De Ruedas A Lo Largo De 20 Años (estando Sana)
La defensa de los derechos de las mujeres siempre estuvo que se encuentra en la familia Arquette. Lo macabro es que Gypsy, pese a haber nacido un tanto prematura, era una niña sana. La alimentaba mediante un tubo, le rapaba la cabeza, la forzaba a moverse con una silla de ruedas y la drogaba en el momento en que iba al médico.
Sufrir esta patología es un camino bien bien difícil y largo, tanto para los enfermos para sus familiares. Hay múltiples películas sobre el cáncer y, si bien es un tema duro y complejo, en ocasiones puede ser de mucha ayuda ver de qué forma los individuos se combaten a ello. Hemos hecho una recopilación de varios de los largos que mejor reflejan esta situación.
Series Y Más
Patricia ha conversado en única con EL ESPAÑOL y ha afirmado que más allá de la destacable optimización que hubo estos últimos años “todavía existe gran diferencia entre hombres y mujeres en USA”. Del síndrome de Münchausen las víctimas tienden a ser las mamás. En Heridad abiertas, Gillian Flynn y HBO trastearon con la verosimilitud de la ficción. Lo narrado no cuenta con la aprobación de Gypsy Rose, ahora, y hasta 2023, en un correccional para mujeres por un asesinato en segundo nivel.
Según asegura, solo hay que estar atento a los medios para ver que las mujeres no son totalmente independientes y que la violencia hacia ellas está todavía presente. El síndrome radica en que el cuidador del niño, con frecuencia la madre, inventa síntomas falsos o hace síntomas reales a fin de que parezca que el niño está enfermo. De momento no podría ser solo un caso de nosología mental de la madre, sino se empieza a entender la situación como un secuestro. La niña era presa de su madre y esta había logrado realizar productivo esa situación e inclusive poder ser un individuo frecuente y querida. Gypsy había llegado a la veintena de edad —aunque su madre la tratase como si todavía tuviera diez— y se comenzaba a interesar por el amor y el sexo.
Llegados a este punto en el que obviamente esa cría desea escapar de su madre, el espectador vislumbra o piensa por dónde van a ir los tiros. Es una muñeca \\’rota\\’ tan frágil que puedes llegar a comprender los motivos por los cuales Dee Dee estaba tan obsesionada por hiperprotegerla. Patricia Arquette y Joey King \\’The act\\’ La crónica de Dee Dee y y su hija Gypsy era en un comienzo y de cara al mundo entero, lo mucho más semejante a un cuento de hadas rosa.
Fue tal como, noche tras noche, la joven se conectaba a internet para mensajear con gente. \\’The Act\\’ encanta, más que nada, por la actuación de sus 2 protagonistas, Patricia Arquette y Joey King, completamente convincentes en el papel de madre y asimismo hija. No obstante, en el instante en que la investigación toca a la multitud que conoció a la madre antes de la pequeña, no charlan de una mujer trastornada, sino de una estafadora. Lo macabro es que Gypsy, pese a haber nacido un poco prematura, era una pequeña sana. Sin embargo, según Dee Dee tenía leucemia, asma, distrofia muscular, alergia al azúcar y otras anomalías de la salud crónicas. La nutría a través de un tubo, le rapaba la cabeza, la obligaba a moverse con una silla de ruedas y la drogaba en el momento en que iba al médico.
Esta es una feria de pelucas y un festival de los dientes falsos. Los de Gypsy, roídos por la malnutrición y la sobredosis de medicamentos, se caen. Ella piensa que sus excursiones nocturnas a la nevera son las que le ahoyan las encías. Termina de conocer que su alergia es falsa y desea recuperar, atracón a través de, el azúcar restringido.
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Los psicólogos que estudiaron el caso creen que Dee Dee sufría el síndrome de Münchausen por poderes. El trastorno hacía que la madre indujera patologías en la hija. La sentó en una silla de ruedas, le preparaba las dosis de medicación día tras día, le provocaba operaciones de oído, le rapaba frecuentemente la cabeza.
También le gusta el sadomasoquismo y tiene personalidad múltiple. Anteriormente, le detuvieron en un McDonalds por estar observando porno en una tablet. En su romance, ella crea una personalidad cibernética diferente para cada personalidad de su novio. Todo lo mencionado lo cuenta el propio personaje, Nick, pues Erin Lee Carr logró para el reportaje los vídeos de los interrogatorios de la policía. Sumado a que también cuentan, como en el juicio, con sus diálogos privadas a través de las redes sociales, el mosaico de la situación que proporciona Mommy Dead and Dearest tiene pocos precedentes. Sucedió en una región residencial de Springfield, en el condado de Greene, Misuri, USA.